“La comunidad internacional ha creado un monstruo en Afganistán al pactar con criminales de guerra que ahora ocupan cargos en el gobierno: todo está podrido. No se puede hablar de democracia, ni de respeto por los derechos humanos”. La periodista Mónica Bernabé nos guía en Piedra de Toque por la historia reciente de un país golpeado por las guerras durante más de 30 años. Viajó por primera vez hasta allí en el año 2000 durante el régimen de los talibán, en el 2006 decidió fijar allí su residencia y ahora nos abre una ventana con su libro “Afganistán, crónica de una ficción” de la editorial Debate. Es la única periodista del estado que vive en el país y compagina su labor de periodista con la de activista a través de la asociación que fundó en apoyo de la mujer con su primer viaje. Recorremos las diferentes caras de una tierra que lejos de alcanzar la paz, se enfrenta a la incertidumbre de qué sucederá cuando las tropas internacionales desaparezcan y ya nadie se acuerde de ella.

 

Hablar de democracia en Afganistán es absurdo cuando la comunidad internacional ha pactado con criminales de guerra. Todo está corrupto y podrido en Afganistán. No se puede esperar una democracia, existe una impunidad pactada desde la esfera más alta a la más baja. Y la mujer sufre es la que más sufre esta situación.

 

Libro. Intento que la gente pueda entender más de Afganistán. La gente sigue preguntándome por el burka como el principal problema de las mujeres. El libro ayude a entender lo que sucede en el país. Combino mis experiencias con la historia reciente de Afganistán.

Narcotráfico: «Afganistán es el productor de opio del mundo. Los señores de la guerra que están en el poder sin los principales productores, son los que en los años 80 combatieron contra los soviéticos. Son nuestros aliados y siguen estando los campos de opio en sus manos. Las tropas internacionales no han hecho nada porque consideran que no están en sus responsabilidades. No son los taliban los que las cultivan sino los que están en el poder».

La situación de la mujer afgana:  «Conoces a mujeres universitarias o con cargos políticos y compruebas que sufre la misma situación que las mujeres de la zonas más rurales: todas son propiedad del hombre y es el hombre el que decide lo que su vida debe ser. Nunca he encontrado una mujer cuyo problema principal fuera el burca. Las mujeres de 12 años siguen siendo obligadas a casarse con hombres de 50 porque es tradición que así sea. Con la primera menstruación las familias venden a sus hijas al hombre que pague más dinero. Suena a ciencia ficción pero cuando te encuentras con una de estas mujeres cara a cara y llora al explicarte lo que ha vivido comprendes que no vemos los problemas reales».

La esperanza, la gente joven: «La gente joven, sobre todo, los que viven en ciudades quieren un cambio. Ya en la época de los talibán existían grupos que luchaban por una democracia. La comunidad internacional después los aisló. De ahí, la culpabilidad que tenemos con la situación actual. Lo positivo es que mucha gente sigue luchando por estos cambios»