Guaranís. IM

David Jiménez habla en su blog sobre la labor de las ONG y, en concreto, denuncia su falta de profesionalidad, transparencia y rendición de cuentas. Y lo hace por estar harto de ver cómo actuan «algunas» ONG en Asia al compaginar la petición de recursos con altos salarios, grandes vehículos o lujosas mansiones. Cualquiera que haya viajado por el mundo de la mano de una ONG sabrá a qué se refiere David. En el año 2003 viajé a Iquitos, la puerta peruana a la amazonía. Allí un catalán dirigía un centro de acogida a niños de la calle con dinero de la cooperación española. Las paredes del centro estaban tatuadas con pinturas de niños desnudos sobre hojas de marihuana. Lo comenté con las personas con las que viajaba y me contaron con horror que acaban de abrirle una investigación. El catalán hacía algo más con los niños, no sólo los acogía.

En Bolivia, en el año 2006, visité el Chaco. Allí un antropólogo alemán había dedicado tres décadas de su vida a trabajar con la población guaraní. Ahora coordinaba un proyecto agropecuario con diferentes comunidades, pero a él lo que le interesaba era continuar con su estudio antropológico más allá de si conseguía el empoderamiento de la mujer, la capacitación agrícola de los varones o el fortalecimiento de las instituciones de base. El proyecto era tan sólo la fórmula de conseguir un sueldo, infraestructuras para sus estudios y asegurarse una buena jubilación. «Si para conseguir fondos tengo que redactar una proyecto sobre vacas, lo hago». Patético.

Y es que no basta con buena voluntad, hace falte ser profesional y competente. Muchas de ellas lo son, pero no basta con serlo sólo en el área del dinero, también hay que ser profesional en la comunicación: contar a qué te dedicas, para qué quieres ese dinero, qué buscas con esos proyectos. Ser transparente supone algo más que llevar las facturas al día.

Así arranca Jiménez su blog: «La última vez que critiqué el trabajo de algunas ONG recibí la protesta conjunta, irascible y por carta al director de las principales organizaciones españolas. Lo cuento porque refleja el primer problema de las ONG: se escudan en su labor solidaria para reclamar inmunidad ante la crítica, el control independiente de sus cuentas o el escrutinio de sus miembros. Y debería ser al revés: precisamente porque muchas de ellas manejan dinero público (luego llegaremos a eso) y donaciones cuyo objetivo es salvar vidas, su supervisión debería ser aún mayor.»

PD. Alegría grande por la victoria del Athletic. En Iruña hoy sólo llueve, llueve, llueve…



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