Viajamos hoy en Piedra de Toque a Guatemala, en concreto a las cicatrices de las tres décadas en la que este país vivió una dura guerra civil que acabó con la vida de más de 250.000 personas. Lo hacemos con el activista Enrique Corral, director de la Fundación Guillermo Toriello. Una entidad que vela por la reinserción social de la población guerrillera, en total más de 6.000 personas. Enrique formó parte de las filas de la guerrilla y participó en el proceso de negociación y en las comisiones de los Acuerdos de Paz (1966).
Queremos conocer cómo se vive ahora en este país en el que los narcos se pelean por el control de sus carreteras junto a las mafias del tráfico ilegal de personas, los pandilleros y campesinos que pelean por salir de la pobreza. Un contexto que ha hecho que la población elija a un ex general del Ejército durante los años de la guerra como presidente, Otto Pérez Molina, el candidato de “la mano dura” como rezaban sus carteles. Aprovechamos la presencia de Enrique en el encuentro internacional organizado por la ONG Mundi Bat en Donosita, para hablar con él.
“Vivimos ahora un trago amargo por la memoria del conflicto. Parece incomprensible. La situación de terror es tan grande que enajena a los colectivos. El mecanismo del sistema electoral es muy aplastante. Esperamos que este mandatario haya comprendido más que nadie lo que supuso la firma de la paz, ya que fue uno de los firmantes”
Guatemala es uno de los conflictos más antiguos. No se originó por las tensiones de la guerra fría sino por la desigualdad social y por la ausencia de derechos de la población indígena. Alcanzar la paz supuso un gran esfuerzo para todas las partes, en especial la del Estado “totalmente militarizado intentando “quitar toda el agua al pez” a costa de masacrar aldeas enteras, asesinando a mujeres y niños”.
“Las fosas comunes no han sido un caso aislado. Han sido miles que poco a poco se han ido exhumando. Los trabajaos van encaminando en esa línea para que exista una Fiscal que poco a poco vaya persiguiendo a sus responsables, miembros todos del ejército”.
Las raíces del conflicto en Guatemala son muy profundas para Enrique. “Cuando estuvimos forzados para arrancar por la violencia es porque no existen otras vías para luchar por los derechos sociales. Aunque ahora la raíz se ha profundizado, no tiene sentido volver a usar esos medios”. De todos modos, sí que denuncia con dureza que la concentración de la tierra se haya agudizado por los nuevos agrocombustibles, “una política apoyada por la Unión Europea y los Estados Unidos”.