Los conflictos armados no sólo generan víctimas humanas y pérdidas materiales. También construyen héroes, historias de superación encarnadas en personas anónimas que han convertido su día a día en una auténtica lección de valor. Sin embargo, nunca ocuparán la portada de un diario, ni se conocerá su lección. Pablo Ordaz presenta hoy en El País una excepción. Se trata la profesora Martha Rivera Alanís de la guardería de La Estanzuela, un barrio al sur de Monterrey, capital del norteño Estado de Nuevo León.

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A través de un vídeo colgado en Youtube por un amigo suyo se descubre cómo es el día a día en su escuela. Sitiada por un tiroteo entre sicarios, Martha pide a todos sus alumnos que pegan la cara al suelo para contar una canción: «Si las gotas de lluvia fueran de chocolate me encantaría estar ahí… ¿Quién quiere chocolate?». El «yo» ingenuo a coro de los alumnos eclipsa el silbido de las ráfagas de bala. Horas más tarde los sicarios volvieron al pueblo y asesinaron a ocho jóvenes en una parada de taxis con sus fusiles de asalta AK47. Pero tampoco fue noticia, como tampoco lo es en Guatemala, Honduras o El Salvador. Ha pasado a ser el día a día.

Martha Rivera es la encargada de aplicar los protocolos de seguridad en su escuela y grabó el vídeo con su propio móvil porque sus superiores siempre piden evidencias “de lo que se lleva a cabo, evidencias de lo que se vive”. Tal vez, los superiores haya decidido vivir en otro país. Mientras tanto, su escuela se sitúa en un lugar de «alto riesgo». Los simulacros se han convertido en una rutina más, cómo el preparar las clases.

“Me siento muy orgullosa de mis niños, porque ellos fueron los que me dieron el valor, el coraje y el amor para yo actuar de esa manera”

La maestra ha recibido desde el pasado viernes que sucedió el tiroteo cientos de felicitaciones a través de su cuenta de Twitter y en Facebook. Actualmente tiene más de 3.073 seguidores en su cuenta de Twitter. Y ha recibido de las autoridades de Nuevo León un reconocimiento por su “valor y coraje” para calmar a niños de preescolar mientras que a dos calles de su kínder se realizaba esta múltiple ejecución.

“No busqué ser famosa ni reconocida, solamente me encontré en el momento y con la inteligencia adecuada para mostrar nuestra realidad”. La misma situación que ha diario se encuentran taxistas, chóferes de autobús, periodistas, empresarios o campesinos de gran parte del mundo y en especial de Latinoamérica, donde los narcos convierten a héroes todos los días a miles de personas. «Si las gotas de lluvia fueran de chocolate me encantaría estar ahí…». Pero no, las lluvias son de balas.

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Cómo no, siempre me acuerdo de la otra cara. Las historias de los sicarios que deciden volver a nacer, como José Manuel, ex líder de una mara en Guatemala que me pedía a gritos que le sacara de su país para salvar a su hija.