El periodista y escritor de literatura de viajes Ander Izagirre nos guía en Piedra de Toque por las minas del Cerro Rico de Bolivia. De allí acaba de regresar por segunda vez. Entre una y otra visita han pasado más de dos años, varios reportajespremios y un proyecto de colaboración con una escuela para niños y niñas. El Periodismo a veces regala el privilegio de regresar sobre las historias y Ander lo ha tenido en Bolivia. En este viaje sonoro nos comparte su nuevo descubrimiento: “El verdadero infierno de los mineros no está en las profundidades de las galerías, sino cuando llegan a sus hogares. Allí se viven historias brutales de violencia”.

También repasamos a lo largo de la entrevista otro “micro infierno”, el que viven muchas chicas en nuestras propias ciudades. Mejor que lo descubras tú mismo leyendo el artículo «Son unas histéricas» que ha escrito Ander en su blog y el que originó la polémica de June Fernández, «Paranoicas». Más de 30.000 personas ya lo han hecho dejando a su paso una polvareda de comentarios.

Una vida con mentalidad de última frontera. “Lo que vi el primer año fue la vida del minero que es un infierno. Para mi sorpresa, el mayor infierno no lo sufren en las minas, sino cuando llegan a casa. Ahí se desarrollan unas historias brutales como nunca antes había oído de violencia y alcoholismo. Muchas de las madres son viudas, los niños viven casi solos entre palizas y agresiones”.

 Los mineros viven una vida muy peligrosa, con una mentalidad de última frontera en la que se juegan la vida. Sus sueldos son altos en comparación con la media y lo gastan en coches grandes, alcohol y juergas. Después hay muchos casos de violaciones, de palizas… No es difícil encontrar a niños que han sufrido todo tipo de vejaciones en sus propias casas. No sé cómo no fuimos capaces de darnos cuenta de esta realidad en el primer viaje.

Fruto de una historia de saqueos. “La situación actual se entiende en parte por su historia de saqueos. Muchas familias se encuentran al borde del hambre. Sus hijos son la mano de obra barata que necesitan para sobrevivir. Este año he visto que ha bajado el número de niños que trabajan en las minas y que vigilan para que no suceda. Pero esta mejora nada tiene que ver con los políticos que están al mando. Han sido las propias cooperativas de mineros porque no les interesa que se difundan estas realidades.

 La historia de Abigail y su familia: “Sigue viviendo en unas condiciones horribles: en una chabola de adobe a 4.800 metros de altitud, bebiendo agua contaminada de metales… Pero ella sigue estudiando. Trabaja en las minas de noche para no perder la escuela. Ella quiere llegar a la universidad y lo tiene muy claro».

Podemos pensar que el cambio vendrá de la ayuda exterior, pero el verdadero cambio pasa por gente como Abigail, por su coraje y lucha. Historias que impresionan más por la actitud que por el drama. Cualquiera estaría ya paralizado, ellos no: ayudan a su entorno, son líderes escolares, colaboran con sus padres… Viven en una condición dramática pero siguen trabajando.

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Un “micro infierno” sin salir de viaje:  el que tiene que ver con la falta de respeto a las mujeres, niñas o jóvenes. De lectura obligada los artículos “Son unas histéricas” de Ander Izagirre y “Paranoicas” de June Fernández publicados a lo largo de estas semanas en sus respectivos blogs.

 

P.D. Fotografías de Daniel Burgui, salvo en la que aparece Abigail sujetando una revista con su foto en la portada que es de Ander Izagirre.